Título: Sostiene Pereira
Autor: Antonio Tabucchi
Año: 1991
Editorial: Anagrama
Páginas: 184
RESEÑA EDITORIAL
Lisboa, 1938. La opresiva dictadura de Salazar, el furor de la guerra
civil española llamando a la puerta, al fondo el fascismo italiano. En esta
Europa recorrida por el virulento fantasma de los totalitarismos, Pereira, un
periodista dedicado durante toda su vida a la sección de sucesos, recibe el
encargo de dirigir la página cultural de un mediocre periódico, el Lisboa. Pereira
tiene un sentido un tanto fúnebre de la cultura: prefiere la literatura del
pasado, dedicarse a la elegía de los escritores desaparecidos., preparar
necrológicas anticipadas. Necesitado de un colaborador, entra en contacto con
un joven, Monteiro Rossi, quien a pesar de haber escrito su tesis acerca de la
muerte está inequívocamente comprometido con la vida. Y la intensa relación que
se establece entre el viejo periodista, Monteiro y su novia Marta, cristalizará
en una crisis personal, una maduración interior y una dolorosa toma de
conciencia que transformará profundamente la vida de Pereira.
En Sostiene Pereira,
Antonio Tabucchi nos narra la
historia de un periodista viudo que
vive solo y dialoga con el retrato de su esposa fallecida. Trabajó muchos años
como cronista y en los últimos tiempos fue nombrado director de la sección
cultural del diario Lisboa en el
contexto de los conflictos sociales del treinta en Portugal, específicamente en la ciudad de Lisboa, bajo el régimen
salazarista.
La opresiva dictadura de Salazar, el furor de la guerra civil
española llamando a la puerta, al fondo el fascismo italiano. En esta Europa
recorrida por el virulento fantasma de los totalitarismos, Pereira, un
periodista dedicado durante toda su vida a la sección de sucesos, recibe el
encargo de dirigir la página cultural de un mediocre periódico, el Lisboa.
El contexto no aparece solamente
como referencia externa sino que el personaje tiene un acercamiento y un
alejamiento a todos esos acontecimientos, demostrando la conflictividad entre mantenerse al margen en una dictadura o
comprometerse. Pereira es la imagen de un intelectual en pleno proceso
totalitario. También hay vaivenes entre
la fragilidad y la fortaleza de Pereira, entre estar anclado en el pasado y en
la muerte o mirar hacia el futuro y a la vida.
Mediante la reiteración de “sostiene Pereira” nos conectamos con el
narrador quien nos presenta los hechos según se los contara el propio
periodista. Por momentos sentí que era uno de esos escritos técnicos donde
alguien releva información en una entrevista y reemplaza el “dice” por
“sostiene”, lo cual brinda otro efecto de lectura. Inclusive, en varios
párrafos, aclara que Pereira no desea hablar sobre alguna cuestión de su vida
privada. Además los personajes principales son conocidos por sus apellidos:
Pereira, Monteiro Rossi, Cardoso, lo cual también produce un efecto de
alejamiento en la lectura, como si uno estuviera leyendo un suceso narrado en
un periódico, en un informe judicial o policial. Este alejamiento no impide que
nos conectemos de manera íntima en la conflictividad del personaje que va
ahondándose en el desarrollo de la historia. También en nuestra lectura nos
moveremos entre tomar una distancia y acercarnos. La distancia, como dijimos, está
dada con el “sostiene” y cuando Pereira no desea hablar.
…su vida pasada de la que no quiere hablar…
Aquella tarde, sostiene Pereira, tuvo un sueño. Un sueño hermosísimo,
de su juventud. Pero prefiere no revelarlo, porque los sueños no se deben revelar,
sostiene.
Mientras leía cada “sostiene” me
preguntaba: ¿quién narra? ¿Otro periodista? ¿El director del Lisboa? ¿Un amigo?
No diré la respuesta para no adelantar demasiado de la obra.
Pereira es
un hombre metódico, lleva una vida totalmente ordenada y rutinaria, toma
limonada, come tortillas y omelettes
a las finas hierbas siempre en el mismo lugar. Cada cosa está en su orden hasta que contrata a un asistente, Monteiro Rossi, para que escriba
notas sobre fallecimientos de escritores que aún están vivos de manera que,
cuando mueran, el Lisboa será el
primero en publicar una necrológica. Así de previsor y de ordenado es Pereira.
La obra me
resultó amena de leer, muy original, pactando una cierta complicidad con el
narrador quien parece que nos dijera lo que a su vez le dijo el mismo Pereira.
El personaje principal es muy humano y complejo,
imposible no quererlo. Mientras leía no podía evitar pensar en ciertos
paralelismos con la vida de Pessoa.
La novela
fue llevada al cine por Roberto Faenza en 1996 e interpretada por Marcello
Mastroianni. Además también se escribió una obra de teatro. Me queda como deuda
ver la película.
Y después pensó en
otras cosas de su vida, pero éstas Pereira no quiere referirlas, porque
sostiene que son suyas y solamente suyas y que no añaden nada ni a aquella
noche ni a aquella fiesta a la que había ido a parar sin proponérselo.
La filosofía parece
ocuparse sólo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la
literatura parece ocuparse sólo de fantasías, pero quizá diga la verdad.
Es difícil tener
convicciones precisas cuando se habla de las razones del corazón, sostiene
Pereira.
Nosotros siempre
hemos tenido necesidad de un jefe, todavía hoy necesitamos un jefe.
(La imagen de fondo la tomé de la película de Faenza,
“Sostiene Pereira”)
Gabriela Lago –
Owiwi Owo
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