Título: La Cúpula
Autor: Stephen King
Año: 2011
Editorial: Debolsillo
Páginas: 1136
Autor: Stephen King
Año: 2011
Editorial: Debolsillo
Páginas: 1136
La cúpula fue una lectura intensa de varios días, sin
casi poder levantar la vista de la página. La duda hasta el último minuto: ¿La
cúpula es una protección para el afuera, para el adentro, un sueño compartido
por todo un pueblo, un ensayo militar? Uno construye hipótesis y la derriba a
las pocas páginas siguientes.
Las
primeras cien páginas son arduas. No me gustan las novelas donde de entrada se
presentan personajes y personajes y uno apenas si puede retener los nombres,
mucho menos el rol que cumplen en un pueblo. Hay que seguir y luego todos esos
habitantes tendrán un rostro y serán como conocidos del pasado. Rusty ha sido
mi personaje favorito, el médico auxiliar del pueblo. Los personajes están
descriptos con realismo. El autor no escatima ni en lo escatológico. Los
muertos se cagan y se mean; a los vivos se le cae baba, vomitan con estrépito, convulsionan
sus cuerpos grotescos, todo eso nos sumerge en un pueblo funesto, decrépito.
A
diferencia de la serie, adaptación de esta novela, en la obra de King el foco
está puesto en las relaciones interpersonales, las tramas de poder, las
vicisitudes cotidianas en un pueblo pequeño donde todos se conocen. Una amiga
mía decía, “pueblo chico, infierno grande”. Así es Chester’s Mill es un gran infierno de seres humanos conviviendo
sin un afuera. El aislamiento me recordó la obra de Sartre, “A puerta cerrada”,
donde el infierno son los otros, las relaciones humanas construidas en la
carestía, tocando en el egoísmo de la supervivencia personal.
El suspenso
transita toda la novela de más de mil páginas sin decaer ni un instante. Los
detalles minuciosos otorgan realismo y nos permiten recrear un pueblo entero.
Por momentos, el relato al estilo de crónica que irrumpe, nos coloca del otro
la de la cúpula, como espectadores, con la desesperación de quienes están
afuera, impotentes, inservibles. Rescato al coronel James Cox, seguidor
constante de todos los acontecimientos desde el afuera.
Stephen
King nos relata de todo lo que somos capaces de hacer los seres humanos en
jauría, contra los débiles, por supervivencia, por odio, por poder. Puede
leerse como un buceo hacia el alma humana.
¿Qué te pareció el final? Si ya leíste el libro, podés
seguir en Momento spoiler.
La muerte de un ser
querido puede ser muchas cosas, pero sin duda da mucho trabajo.
Hay que prepararse
para lo peor y esperar que ocurra lo mejor.
Algunos hombres
hacen grandes cosas, y otros se ven aplastados por ellas.
Un líder cobarde es
el más peligroso de los hombres.
Cuando el poder del
amor sea más fuerte que el amor por el poder, el mundo hallará la paz. (Jimi
Hendrix)
La gente atemorizada
necesita líderes fuertes.
Es la regla
Sherlock: cuando eliminas lo imposible, lo que queda, por improbable que sea,
es la respuesta.
Al final, solo
había dos reglas para convivir con el miedo (creía que vencer el miedo era un
mito), y las repetía para sus adentros mientras esperaba. Debo aceptar las
cosas sobre las que no tengo ningún control. Debo convertir las adversidades en
ventajas.
La negación da paso
a la aceptación; la aceptación genera dependencia. Todo aquel que ha atendido a
un paciente terminal lo sabe.
Sermonear no es
educar
El sol se abría
camino a través de los agujeros del techo y dejaba caer monedas de luz sobre los
gastados tablones de madera del suelo
Esto es lo que uno
siente al volver a casa
«Desea que haga
sol, pero construye diques»
Conocía las
respuestas a casi todas las preguntas que él mismo formulaba. Así la vida era
más sencilla.
Además, recordó, la
estupidez de los compañeros de trabajo le hace a uno la vida más fácil.
Yo soy militar de
carrera. Para nosotros, el libre albedrío no es una opción.
He sembrado vientos
y recojo tempestades
-Yo nunca me pongo
a pensar en qué historia debo escribir, o cuál debe ser el escenario, o cómo
han de ser los personajes de esa historia. Únicamente surgen en mi cabeza, con
nombres incluidos, y yo sólo los paso al papel.
-Una persona cuya
identidad no voy a revelar me dijo: «No escuches
nunca a los críticos.» Creo que hay que escucharles
porque a veces te muestran algo que para ti está muy claro pero que para los
lectores no lo está. Creo que no escuchar a los críticos, o a los lectores, es
como meter la cabeza bajo el suelo, como hacen los avestruces, para no escuchar
cosas desagradables. Pero si sacas la cabeza de la arena podrás escuchar cosas
interesantes y que te pueden servir para acabar con algún defecto que tengas al
escribir.
-Cuando más escribes, más
articulado te pones. Y la mayor cantidad de miedos y temores que puedes
expresar, menos te asustan, porque ya los has expulsado. Es como esa cosa
psicoanalítica: si le puedes contar a alguien tus temores, muchas veces esos
miedos, quizás no se vayan, pero sí se achican un poco. De cualquier manera,
sigo temiendo a lo mismo... quiero decir, hay cosa nuevas, a medida que uno
envejece, que toman el lugar de las cosas viejas. Todavía hay muerte... y
muchas enfermedades, y la guerra con Irak. Ese tipo de cosas.
-No estoy brindando en mis libros
el mismo nivel de escape a la realidad que ofrecían La hora del vampiro, El
resplandor o incluso Apocalipsis.
-Escribo cuentos
entre novelas. Siempre tengo un par de ideas para historias futuras cuando
estoy trabajando en algo. Pero no se puede pensar en lo que se escribirá en el
siguiente libro.
-Poder escribir es
fantástico. Cuando va bien es genial; pero cuando no, cuando sólo está ok, es
una muy buena manera de pasar el tiempo.
Fuentes: danielauster/ paperblog / página12/
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