Título:
Sin noticias de Gurb
Autor:
Eduardo Mendonza
Año:
2001
Editorial:
Seix Barral
Páginas:
144
Los seres humanos
son cosas de tamaño variable. Los más pequeños de entre ellos lo son tanto, que
si otros seres humanos más altos no los llevaran en un cochecito, no tardarían
en ser pisados (y tal vez perderían la cabeza) por los de mayor estatura. Los
más altos raramente sobrepasan los 200 centímetros de
longitud. Un dato sorprendente es que cuando yacen estirados continúan midiendo
exactamente lo mismo.
Los seres humanos,
no obstante ser la mayoría de fisonomía ruda y hasta abiertamente fea, no
pueden vivir sin verse los unos a los otros.
Según parece, los
seres humanos se dividen, entre otras categorías, en ricos y pobres. Es ésta
una división a la que ellos conceden gran importancia, sin que se sepa por qué.
La diferencia fundamental entre los ricos y los pobres parece ser ésta: que los
ricos, allí donde van, no pagan, por más que adquieran o consuman lo que se les
antoje. Los pobres, en cambio, pagan hasta por sudar. La exención de que gozan
los ricos puede venirles de antiguo o haber sido obtenida recientemente, o ser
transitoria, o ser fingida; en resumidas cuentas, lo mismo da. Desde el punto
de vista estadístico, parece demostrado que los ricos viven más y mejor que los
pobres, que son más altos, más sanos y más guapos, que se divierten más, viajan
a lugares más exóticos, reciben mejor educación, trabajan menos, se rodean de
mayores comodidades, tienen más ropa, sobre todo de entretiempo, son mejor
atendidos en la enfermedad, son enterrados con más boato y son recordados por
más tiempo. También tienen más probabilidades de salir retratados en
periódicos, revistas y almanaques.
Los seres humanos,
en cambio, a semejanza de los insectos, atraviesan por tres fases o etapas de
desarrollo, si el tiempo se lo permite. A los que están en la primera etapa se
les denomina niños; a los de la segunda, currantes, y a los de la tercera,
jubilados. Los niños hacen lo que se les manda; los currantes, también, pero
son retribuidos por ello; los jubilados también perciben unos emolumentos, pero
no se les deja hacer nada, porque su pulso no es firme y suelen dejar caer las
cosas de las manos, salvo el bastón y el periódico. Los niños sirven para muy
poca cosa. Antiguamente se los utilizaba para sacar carbón de las minas, pero
el progreso ha dado al traste con esta función.
No hay en todo el
Universo chapuza más grande ni trasto peor hecho que el cuerpo humano. Sólo las
orejas pegadas al cráneo de cualquier modo, ya bastarían para descalificarlo.
Los pies son ridículos; las tripas, asquerosas. Todas las calaveras tienen una
cara de risa que no viene a cuento. De todo ello los seres humanos sólo son
culpables hasta cierto punto. La verdad es que tuvieron mala suerte con la
evolución.
El camarero me dice
que, si deseo cenar, puedo hacerlo en cualquiera de las mesas libres del local,
que son todas, pues la gente verdaderamente fina nunca cena antes de las cinco
o cinco y media de la madrugada, para no ser confundida con el común, que cena
antes porque tiene que levantarse pronto.
Ha habido otro
accidente en la central nuclear de Vandellós. Un portavoz de la central informa
al público de las ventajas de un ser mutante. ¡Sorprenda cada día a su familia!
A veces sucede que
dos personas conviven largo tiempo sin llegar a conocerse mutuamente. También
puede darse el caso opuesto, esto es, que dos personas convivan poco tiempo y,
sin embargo, paradójicamente, lleguen a conocerse mutuamente. También puede
suceder otra cosa, a saber, que dos personas convivan largo tiempo y una de
ellas llegue a conocer a la otra sin que ésta, por su parte, llegue a conocer a
aquélla, en cuyo caso no podríamos decir que ambas personas han llegado a
conocerse mutuamente, pero tampoco podríamos decir que ambas personas se
desconocen mutuamente.
LA
OBRA
Sin noticias de
Gurb es un libro
satírico y humorístico sobre la sociedad actual. La propuesta es el contraste
entre la vida de los habitantes de Sardanyola (Barcelona) los extraterrestres
quienes están en una misión para estudiar a los humanos. Gurb se ha perdido en
la ciudad y su compañero deja la nave para buscarlo. Durante varios días le
sucederán muchos contratiempos hilarantes debido a que desconoce la cultura
local. Los dos poseen la capacidad de adoptar la forma humana que deseen. Gurb,
de inmediato, adopta la forma de Marta Sánchez. Su compañero irá adoptando
diversas formas siempre de personajes reconocidos lo que hace más humorística
la escena. Gurb parece estar a gusto pero su compañero no para de meter la
pata. Durante su búsqueda transmite, a veces minuto a minuto, sus apreciaciones
y contratiempos.
En un
ejercicio, que podríamos llamar antropológico y de extrañamiento, el compañero
de Gurb observa ciertos detalles que, entre los habitantes de la ciudad, están
naturalizados, por ende, son invisibles. Su tono es satírico, incorporando una
crítica a ciertos aspectos sociales. Su lectura es ágil y amena. No obstante,
en algunos puntos, quien no sea de España está perdido, no entiende el chiste
que es demasiado local. Otros puntos que me han detenido en la lectura radican en
ciertos sucesos que se tornan inverosímiles como el rezo católico antes de
dormir por parte de los extraterrestres y, a pesar que cambian de forma física,
parecen que quienes lo conocen ni lo notan. ¿A quién ven? ¿Al primer cuerpo?
Además el contraste entre los cuerpos habitados es considerable: desde Mahatma
Gandhi hasta Frascuelo Segundo, desconozco quién es este último.
El autor ha
dicho sobre la obra: “Aunque tiene muchos elementos en común con El misterio de la cripta embrujada y con
su continuación, El laberinto de las
aceitunas, ambos publicados con anterioridad, Sin noticias de Gurb es sin duda el libro más excéntrico de cuantos
he escrito, probablemente porque no es en rigor un libro, o no nació con la
voluntad de serlo. (...) Es una mirada sobre el mundo asombrada, un punto
desamparada, pero sin asomo de tragedia ni de censura.”
Fue
publicada en entregas en un periódico antes de ser recopilada como una novela.
En
conclusión, el libro ha sido ameno, me entretuvo pero no me causó mucha risa.
Podría haber ido más al contraste aún con reflexiones mordaces e incisivas. Por ejemplo, cuando se explaya en las
diferencias que observa entre ricos y pobres raya cierto sentido común “humano”.
¿Qué más podría hacernos ver los extraterrestres que los ricos viajan más y
viven más?
Eduardo Mendoza es un escritor español nacido en
1943. Su primer libro, La verdad sobre el
caso Savolta, fue publicado en 1975. En 1979 publica El misterio de la cripta embrujada, una novela satírica, la primera
de una tetralogía, cuyo personaje principal es un detective. Le siguen en
orden: El laberinto de las aceitunas (1982), La aventura del tocador de señoras (2001) y El enredo de la bolsa y la vida (2012). También ha escrito, además
de novelas, ensayos y obras de teatro.
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Tengo un ritmo lento y, además,
siempre que acabo un libro no me pongo inmediatamente con otro, sino que dejo
pasar un tiempo. Algún día me pondré de nuevo a escribir o no, no soy nada
maniático. Hay muchas cosas que hacer: viajar, impartir cursos, traducir
obras de teatro, participar en encuentros, leer, tomar notas...
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Tenemos la sensación de que la
lectura se encuentra en peligro, casi en estado terminal, y por eso le damos
unas transfusiones que no necesita. A veces nos llevan a escuelas y nos piden
que digamos a los niños que leer es divertido. Y no tiene por qué.
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La novela convencional, pues, está en crisis, como la poesía, que
antes tenía presencia en todos los niveles: los niños el día de Navidad
recitaban poesía y la gente la leía, y ahora se ha convertido en un acto
individual que no pretende comunicarse con los demás.
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Creo que, en las
grandes influencias del siglo XX, Kafka cubre la primera mitad y Borges la segunda.
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No sé por qué gustó tanto. Es un
libro alegre, un punto infantil. No me imagino a mí mismo prosiguiendo las
aventuras de Gurb en el momento actual.
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El ir
escribiendo cambia la manera de escribir, no es lo mismo la primera novela que
la segunda, ahí es donde se produce el gran conflicto, luego viene la tercera.
Luego continuamente el hecho de haber escrito una cosa condiciona, salvo que
uno esté dispuesto a repetirse al infinitum,
que no me parece un mal sistema y los grandes clásicos es lo que hacían. Hay
que procurar ser original cada vez, cada libro forzosamente condiciona el
siguiente.
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Porque en estos momentos creo que
la literatura está en el lado del entretenimiento de las novelas de zombies
para el verano, zombies los protagonistas y zombies los lectores, y por otra
también predomina una visión muy académica y muy analítica, y una tercera, que
también me molesta muchísimo, que es una visión utilitaria que es este libro
nos enseña lo fea que es la injusticia, y yo creo que el libro es otra cosa,
una experiencia vital que nos enriquece.
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